Sin embargo, descubrir la mentira en una relación personal, la lleva a
una a sentirse un poquito trastornada.
La mentira se hace con palabras y también con silencios. La mujer
que dice mentiras en sus relaciones personales puede o no
premeditar e inventar sus mentiras. Puede ser que ni siquiera piense
de una forma calculada lo que está haciendo. Surge un tema que la
mentirosa desea ignorar. Entonces se inventa algo: tiene que bajar
porque su parquímetro está por terminarse, o debe hacer una
llamada telefónica que debía haber hecho una hora antes. Cuando se
le pregunta, a quemarropa, sobre una cuestión que puede conducirla
a una charla dolorosa: "¿Cómo te sientes acerca de lo que está
pasando entre nosotras?" En lugar de tratar de describir sus
sentimientos, su ambigüedad y su confusión, ella pregunta, "¿Cómo
te sientes tú?" Como la otra está tratando de establecer una base de
apertura y confianza, empieza a describir sus propios sentimientos,
así la mentirosa aprende más de lo que dice. Y puede que incluso
diga a sí misma una mentira: que a ella le preocupan más los
sentimientos de la otra que los suyos propios. Pero la mentirosa está
realmente preocupada con sus propios sentimientos. La mentirosa
vive con el miedo de perder el control. No puede siquiera desear una
relación sin manipulación, ya que el ser vulnerable a otra persona
significa para ella la pérdida del control. La mentirosa tiene muchos
amigos y amigas pero lleva una existencia de gran soledad.
La mentirosa sufre a menudo de amnesia. La amnesia es el silencio
inconsciente. Mentir habitualmente como forma de vida es perder
contacto con el inconsciente. Es como tomar pastillas para dormir que
propicia el sueño pero impiden el soñar. El inconsciente quiere la
verdad. Deja de hablar a aquellos que quieren alguna cosa más que
la verdad.
(1) * Tomado de Rich, Adrienne, "Sobre mentiras, secretos y silencios", Barcelona, España, Ed. Icaria, 1983, pp. 222-231.